domingo, 26 de febrero de 2012

Desenmascarando el mito del Plan Colombia – Sobre como la repudiable guerra de EEUU contra las drogas no ha traído sino muerte y terror a Colombia


Algunos colombianos celebran hoy el anuncio de las FARC de liberar a todos los rehenes y dar por terminada la practica del secuestro, lo cual lo interpretan como un gesto concreto para iniciar negociaciones de paz con el gobierno de Santos.

Pero mas se demoraron en digerir completamente el anuncio de las FARC que el presidente Santos en salirles al paso declarando que “es un paso importante pero no suficiente”.  Traducción: no habrá paz ni justicia social hasta cuando él y los gobiernos que le sucedan hayan entregado la ultima gota de hidrocarburos, la ultima onza de recursos minerales, el ultimo metro de territorio,…. a los gobiernos y capitales extranjeros encabezados por los EEUU.

Lo cual también equivale a afirmar: no pararemos la guerra y el terrorismo de estado sino hasta cuando no hayan mas indígenas y campesinos que masacrar y desterrar de sus tierras; mas sindicalistas, disidentes políticos, defensores de derechos humanos y periodistas independientes que desaparecer y ejecutar extrajudicialmente; mas pobres que empobrecer aun mas…

Es decir, para Santos, para las oligarquías políticas y económicas que lo sostienen, y para las fuerzas extranjeras que lo protegen, la paz en Colombia solo será posible cuando ya no haya prácticamente ni país, ni nación, ni gente que oprimir y masacrar.  O tal vez si, cuando lo que quede sea un país desolado, donde solo habiten zombis……Y por supuesto, los victimarios que seguirán disfrutando de todas sus riquezas y totalmente impunes.

La guerra, las masacres, la muerte y el terror que el gobierno de Colombia, con total apoyo de EEUU, infringe sobre los colombianos, con el pretexto de la guerra contra las drogas, es precisamente el tema de un libro recientemente publicado por Monthly Review Press y cuyo mejor análisis y revisión los hizo un reconocido defensor de derechos humanos y laborales, el abogado estadounidense Daniel Kovalik, quien es además el abogado senior del Sindicato de Trabajadores del Industria de Acero de EEUU.

El articulo completo publicado originalmente en el portal de noticias Huffington Post lo reproducimos a continuación, traducido al Español:

La Guerra de Estados Unidos por las Drogas y  de Terror en Colombia
Por Dan Kovalik, Huffington Post
Publicado el 16 de Febrero, 2012
Acabo de tener el placer de leer un importante libro titulado, Cocaína, Escuadrones de Muerte y La Guerra Contra El Terror (El Imperialismo de EEUU y la lucha de Clases en Colombia). Los autores de este libro, que tomo diez años en publicarse, son Oliver Villar y Drew Cottle y es publicado por el Monthly Review. La premisa del libro es que a pesar de que Estados Unidos declara que su guerra en Colombia es contra las drogas, en realidad esta involucrado en una guerra contrainsurgente con los guerrilleros de las FARC – una guerra cuyo fin no es, para nada, erradicar el cultivo de coca ni la producción de cocaína en Colombia.
Por el contrario, los esfuerzos de guerra de Estados Unidos (los cuales han costado mas de 7.000 millones de dólares a los contribuyentes de EEUU desde el 2000) están diseñados para asegurar que sus aliados en Colombia—que son el estado Colombiano, los paramilitares y las elites pudientes que favorecen los intereses económicos de Estados Unidos y sus planes de explotar los extensos recursos de Colombia – sean capaces de monopolizar el trafico de drogas que es tan critico para su supervivencia.       
Esta tesis es muy bien expuesta en el preambulo de Peter Dale Scott:

La Agencia Central de Inteligencia (Central Intelligence Agency, CIA) puede (y en cierta forma lo hace) dirigir sus esfuerzos a la captura y eliminación de ciertos grandes traficantes Colombianos.  Esas capturas no han disminuido la actual entrada de cocaína a los Estados Unidos, por el contrario, alcanzo un nuevo récord en el 2000. Lo que han hecho es institucionalizar la relación de la aplicación de la ley a los carteles rivales y contribuir visiblemente con el aumento de la violencia de los carteles urbanos. El verdadero propósito de la mayoría de estas campañas, como el actual Plan Colombia, no ha sido el desesperado objetivo de la erradicación.  Este ha sido alterar la participación en el mercado: poner en la mira a enemigos específicos y así asegurar que el trafico de drogas se mantenga bajo el control de traficantes aliados con el aparato de seguridad del estado Colombiano y/o la CIA. Esto confirma que el análisis que hacia el Senador investigador Jack Blum hace una década en el sentido de que América, en lugar de dar la batalla contra la conspiración de narcóticos, de una manera sutil…… se ha convertido en parte de la conspiración.

Al comienzo estas declaraciones pueden parecer descabelladas, pero los autores colocan esto en contexto al recordarle al lector la historia de los esfuerzos por la guerra de los Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial, muchas de las cuales han sido financiadas, al menos en parte, mediante alianzas con traficantes de drogas. La letanía de esto es una muy larga, el OSS (el predecesor de la CIA) que hizo un alianza estratégica con las mafias de Sicilia y Corsica después de la Segunda Guerra Mundial para prevenir posibles insurrecciones comunistas en Europa y para destruir sindicatos de izquierda; la CIA cuando ayudó a los Kuomintang con sus operaciones de tráfico de opio para financiar esfuerzos conjuntos anti-comunistas en Asia; el propio trafico de opio de la CIA en Laos, Burma y Tailandia para a ayudar a financiar los esfuerzos de contra-insurgencia en el Sudeste de Asia; el apoyo de la CIA a “los traficantes principales de opio en Afganistán, los rebeldes Muyahidines anti-comunistas en Afganistán” en sus acciones contra el gobierno pro-soviético en Afganistán, que finalmente conduce a que Afganistán se convierta en uno de los mayores proveedores de opio en el mundo (condición que se interrumpió brevemente solo cuando estuvo bajo el control de los talibanes); y la administración de Reagan que financió a los Contras de Nicaragua (aun después de que dicha financiación fuera declarada ilegal por el Congreso), entre otras cosas, por las operaciones de trafico de cocaína.
El libro cita el Programa de las Naciones Unidas para el Control de la Droga (United Nations Drug Control Program, UNDCP) el cual concluye que hoy “las instituciones mas grandes del comercio de cocaína en el mundo son los ejércitos de Burma, Pakistán, México, Perú y Colombia – “todos armados y entrenados por la inteligencia militar de Estados Unidos en nombre de los esfuerzos anti drogas.”  En el caso de Colombia, mientras que los Estados Unidos, para justificar su programa masivo de contra-insurgencia, señala a las FARC como “narco-terroristas”, este titulo es mas apropiado pero para el estado Colombiano y sus aliados paramilitares.
En efecto, el ex presidente Colombiano Álvaro Uribe, quien ha sido la persona favorita de las administraciones de Bush y Obama, la Agencia de Inteligencia de Defensa de los Estados Unidos lo ubicaba como el número “82 en la lista de los 104 mas importantes narco-traficantes contratados por los carteles de narcóticos colombianos…”
Como bien lo explica el libro, la propia agencia de lucha contra las Drogas de Estados Unidos (Drug Enforcement Agency, DEA) a concluido que “la participación de las FARC en el comercio de drogas se da principalmente a través de impuestos a la coca, lo cual no implica que la produzcan, ni participen en el trafico, ni en su transporte”.  Tal como lo menciona la UNDCP, algunos frentes de las FARC ni siquiera están involucrados en la imposición de impuestos a la coca, incluso otros frentes “hasta les piden a los agricultores que no siembren coca”. En términos de trafico real de narcóticos, son los amigos de Estados Unidos quienes en gran parte son los responsables del negocio. Por lo tanto, como el libro lo señala, citando el Consejo de Asuntos Hemisféricos, si bien “no hay evidencia de la participación de las FARC en el narcotráfico”, si hay en efecto “un extenso trafico de drogas hacia Estados Unidos por parte de grupos paramilitares en asocio con poderosos capos, las fuerzas armadas (financiadas por Estados Unidos), reconocidas figuras financieras y burócratas de alto nivel”.  No obstante, la guerra de Estados Unidos en Colombia esta dirigida a destruir a las FARC, y en la medida que esta orientada a la erradicación manual de cultivos de coca, esta erradicación se lleva a cabo casi exclusivamente en zonas que están bajo el control de las FARC, sin tocar a los mayores traficantes.
En cuanto a los escuadrones de la muerte de paramilitares, los cuales llevan a cabo la gran mayoría de sus actos terroristas contra objetivos civiles en Colombia, si bien Estados Unidos los ha designado ciertamente como “terroristas,” estos paramilitares son parte integral de sus esfuerzos para derrotar a la insurgencia guerrillera y a cualquier resistencia pacifica que atente contra los intereses del imperio de EEUU.
Apenas esta semana, el líder paramilitar Salvatore Mancuso, actualmente encarcelado, refiriéndose a la interconexión  de los paramilitares con el estado Colombiano, declaro: “ Nosotros [los paramilitares] nos comprometimos con las elecciones de senadores y representantes a la cámara, lo cual nos permitió tener tanto poder que hasta pudimos influenciar las elecciones presidenciales.. .. Todo esto [fue] con miras a ganar poder político en las regiones para consolidar nuestra posición como un estado de facto.”
Dado que los paramilitares se han convertido en el Estado Colombiano, Estados Unidos, que apoya ese estado, no solo tolera el trafico de drogas sino su terrorismo. Y que terrorismo el que es.
Citando a la periodista Colombiana de investigación Azalea Robles, el libro refiere además que 250,000 colombianos civiles han sido “desaparecidos” en las ultimas dos décadas en Colombia, haciendo ver pequeñas las “desapariciones” llevadas a cabo (por cierto también con el apoyo de EE.UU.) por las juntas fascistas de Argentina, Chile y Uruguay en los 70s.  Según Robles, estas desapariciones han sido “sistemáticamente reducidas” (es decir, ocultadas) mediante fosas comunes como la que fue descubierta en el Meta en el 2009, e incluso con hornos crematorios.
El asesinato y “desaparición” de tan inmenso numero de personas es un elemento esencial de la política de EE.UU.—famosamente usada en Vietnam, El Salvador y Guatemala– para “drenar el mar [la población civil] y así matar los peces [los insurgentes]” quienes representan un impedimento permanente frente a los planes de Estados Unidos de sobre explotar los recursos naturales de Colombia. Y la perspectiva de Estados Unidos es que, si esta política también nos obliga a colaborar e incluso a proteger las fuerzas que están profundamente involucradas en el comercio de la droga, pues eso también es aceptable.
En el entretanto, EE.UU. continúa llevando a cabo una política de dos caras en el interés de una "guerra contra las drogas y una guerra contra el terror".  Pero como el libro concluye correctamente, esa guerra es de hecho, "una guerra por las drogas y una guerra de terror."

Las masacres y el genocidio de las poblaciones indígenas en Colombia


El siguiente artículo fue publicado recientemente en un reconocido portal de noticias internacional (Counterpuch.com) por Daniel Kovalik, quien es el abogado asociado principal del Sindicato de Trabajadores de la Industria del Acero en los EEUU.

Por su relevancia, actualidad y objetividad con que analiza la situación de violencia que vive Colombia y su estrecha conexión con los intereses de los EEUU, lo traducimos a continuación…

Slaughter in Colombia (Las masacres en Colombia)

by DANIEL KOVALIK

Durante años se creía que, en la era moderna, Guatemala era el líder del hemisferio en asesinatos masivos, con 200.000 víctimas en la década de los 80’s, de los cuales cerca del 90% fueron cometidos por fuerzas estatales apoyadas por los EEUU y sus aliados de los escuadrones de la muerte. Muy tristemente, parece que Colombia ha sobrepasado ese récord y, según lo revela Wikileaks, el gobierno de EEUU tiene pleno conocimiento de ello.

De eso da cuenta un cable de la embajada de EEUU de Noviembre 19, 2009, titulado "Informe 2009-2010 sobre la Estrategia Internacional de Control de Narcóticos". En este cable la embajada de EEUU reconoce, como si nada, la horrible verdad: 257.089 víctimas registradas de los paramilitares. Y tal como lo reporta la organización Human Rights Watch en su reciente informe anual del 2012 sobre Colombia, esos paramilitares continúan trabajando hombro a hombro con el ejercito colombiano, y con el apoyo del gobierno de EEUU.

Incluso para quienes hemos estado profundamente vinculados con Colombia, esta cifra es escandalosa. La única vez que vi antes tal cifra fue en un libro titulado "Cocaína, Escuadrones de Muerte y Guerra contra el Terrorismo", el cual revise recientemente en este mismo portal, y que cita las cifras de un periodista independiente, quien menciona que son 250.000 las víctimas que han sido asesinadas por el gobierno para-estatal colombiano. El libro refiere además, que esa cifra ha sido incluso reducida artificialmente a través de fosas comunes y hornos crematorios estilo Nazi.

Ahora resulta que el gobierno de EEUU desde hace mas de dos años ya estaba bastante enterado de esta cifra de asesinatos, aunque a pesar de tener conocimiento no hizo nada para cambiar su política de apoyo hacia Colombia, la cual tiene programados $500 millones de dólares en ayuda para las fuerzas militares y policiales durante los siguientes dos años. Ese conocimiento tampoco sirvió para impedir que la administración de Obama buscara e hiciera aprobar el año anterior el tratado de libre comercio con Colombia.

Y tal como ocurría en Guatemala en los 80s, la violencia en Colombia afecta desproporcionadamente a la población indígena, otro hecho que según otros cables revelados por Wikileaks, también es reconocido por el gobierno de EEUU. Además, esta violencia contra los indígenas se esta incrementando. De hecho, tal como la propia embajada de EEUU lo da a conocer en un cable de Febrero 26, 2010 titulado "La Violencia contra los Indígenas Tiende a Aumentar", tal violencia es la causa de que 34 grupos de indígenas estén a punto de su extinción. Esta violencia por supuesto no puede ser calificada sino como actos genocidas.

Este cable del 2010 explica que, "el asesinato de indígenas aumento por segundo año consecutivo", con un incremento del 50% entre el 2008 y el 2009 (alcanzo la cifra de  106 asesinatos). El cable menciona además que "otros indicadores de la violencia contra indígenas también empeoraron en el 2009. De acuerdo con la Organización Nacional de Indígenas de Colombia (ONIC), el desplazamiento aumento en un 20% (de 3.212  paso a 3.649), el desplazamiento forzado en mas del 100% (de 7 a 18) y las amenazas en un 3000% (de 10 a 314). La ONIC reporto también un aumento en el reclutamiento forzado de menores por parte de grupos armados ilegales pero no suministra un estimativo del numero de casos".

Además, al tiempo que la embajada menciona que las FARC (por admisión de ellos mismos) fueron responsables por algunas de las acciones violentas contra los indígenas, la embajada también reconoce que es el estado colombiano y sus aliados paramilitares quienes son los principales culpables de esa violencia.

Adicionalmente, la embajada, con base en un estudio desarrollado por Esther Sánchez (estudio que fue financiado por el gobierno. EEUU), anota que los militares y paramilitares tienen en la mira a los indígenas porque ellos "frecuentemente perciben a los indígenas como colaboradores de las FARC ya que estos coexisten en sus territorios"; y que es la presencia del ejercito colombiano en territorios indígenas lo que "lleva el conflicto a los patios de los indígenas", con lo cual se ponen en riesgo sus vidas y su propia existencia. Aun así, la embajada de EEUU desdeña la noción de que el ejercito debería salir de los territorios indígenas, caracterizando esta solicitud hecha por los propios indígenas Awa como "no realista".

Y  es "no realista" , según lo explica abiertamente la embajada, porque esos territorios deben ser capturados para explotar su inmensa riqueza en recursos naturales. Es decir, la embajada explícitamente reconoce que "las inversiones de capital en la explotación de los sectores de hidrocarburos" así como también "inversiones en caucho y aceite de palma"; esto es, las mismas inversiones que la política militar de EEUU y el tratado de libre comercio promueven, son las que directamente conllevan a la violencia contra los indígenas. Según la embajada, eso tiene que ser así porque los indígenas "no abandonaran una tierra que es considerada sagrada para su identidad cultural". Lo que significa que ellos no despejaran voluntariamente el camino para la explotación por parte del capital.

Todo esto demuestra que los EEUU y Colombia continuarán presionado tanto con política militares como económicas, lo cual el propio gobierno de EEUU reconoce esta causando un genocidio. De hecho, como la misma embajada lo reconoce, el genocidio es realmente necesario para que esas políticas sean llevadas a cabo.

Esto revela lo mentirosas que son las declaraciones de EEUU con respecto a su interés por la protección de los derechos humanos. De hecho, los llamados de EEUU a que se excluya a Cuba de la Cumbre de las Américas sobre la base de los derechos humanos, deberían aplicársele pero a Colombia, el anfitrión de la cumbre.  Si la evaluación fuera objetiva, Colombia es el país que debería ser excluido dadas sus malas políticas de derechos humanos. Aunque en justicia, debería ser el propio gobierno de los EEUU, que soporta el régimen brutal colombiano, el que debería ser excluido. Pero como EEUU es el país que maneja el mundo, eso también parece ser "no realista".

martes, 14 de febrero de 2012

Las cuentas burdas de Uribe sobre el numero de desmovilizados deberían ser suficientes para condenarlo social y políticamente….

El narcopara ex presidente tiene tanta confianza en que sus medios y seudoperiodistas serviles le darán resonancia y amplificaran su propaganda y mentiras por burdas que sean, que ya ni siquiera se toma la molestia de cuadrar las matemáticas de los supuestos desmovilizados de los paramilitares y guerrilla.

En su reciente disertación de casi dos horas en la emisora de su “querido Julito”, el narco ex presidente no se cansó de repetir que bajo su narco gobierno se desmovilizaron alrededor de 52.000, de los cuales 35.000 eran paramilitares y el resto guerrilleros, es decir, 17.000.

El numero de paras supuestamente desmovilizados no ha cambiado mucho, pues desde el inicio del proceso las cifras oficiales hablaban de 30.000 miembros, no importa que todos los estimativos de entonces, aun los de las propias fuerzas armadas, daban cuenta de que no eran mas de 10.000 criminales; ni que al final, no todos los supuestos 30.000 miembros se sometieron a la mal llamada “ley de justicia y paz”, como es el caso de las autodefensas campesinas del Casanare, cuyos jefes apenas acaban de ser capturados; tampoco importa el hecho mas contundente de que las ahora llamadas bacrim son los mismos supuestos paramilitares desmovilizados, cuyas cifras oficiales dan cuenta de que son alrededor de 8.000 criminales.

Por el lado de la guerrilla, las cuentas si que cuadran menos. En su época de mayor influencia y dominio territorial, todos los analistas del conflicto interno y el propio gobierno estimaban que su pie de fuerza era de alrededor 15.000 combatientes. El narco ex presidente repite ahora que en su gobierno se desmovilizaron 17.000; es decir, sin contar el excedente, la guerrilla de “la Far” ya no existe; lo cual también explica la propaganda y farsa que hasta ahora tiene el arrojo de difundir públicamente, en el sentido de que su gobierno derrotó a la guerrilla.

Pero para quien tenga un mínimo de capacidad de cuestionar, o por lo menos ignorar por un momento, lo que el narco ex presidente vocifera y sus medios serviles le amplifican, estas cifras lo que demuestran es la farsa que resultó ser todo el proceso de desmovilización; y que la falsa desmovilización del frente denominado cacica gaitana, no es sino uno mas de los tantos sainetes que montó su narco gobierno para justificar el entuerto de la ley de justicia y paz.

Si en aras de revisar las matemáticas elementales hacemos a un lado el montaje de la desmovilización del frente cacica gaitana, del cual supuestamente se entregaron 70 guerrilleros, la pregunta que habia que hacerle al narco ex presidente es por el destino de los restantes 16.930 guerrileros desmovilizados!!!

Del engaño con la desmovilización de guerrilleros ya la fiscalía tiene suficientes e irrefutables pruebas para condenar inicialmente al comisionado de paz Luis Carlos Restrepo. En cuanto al narco ex presidente, no solo las mentiras burdas sobre el total de supuestos guerrilleros desmovilizados sino el hecho irrefutable de que la guerrilla sigue operando, deberían ser suficientes argumentos para enjuiciarlo y sancionarlo, inicialmente por lo menos política y socialmente.

En relación con la inflada en el numero de paramilitares desmovilizados, el propio ministro de gobierno de Uribe le confesó al observador de la OEA Caramagna que el comisionado de paz habia inflado en mas de 12.000 el numero de paramilitares, según lo registra un cable diplomático del Departamento de Estado de EEUU revelado por Wikileaks, originado en la Embajada de Bogotá.

Repetimos, en cualquier país sano y decente, las solas mentiras burdas sobre el numero de desmovilizados serian suficientes argumentos para, por lo menos mientras la justicia internacional actua, silenciar políticamente al narco ex presidente Uribe. 


Desafortunadamente y a pesar de todas las pruebas, la realidad muestra que el narcopara ex presidente seguirá intocable y atormentando la vida de los colombianos por mucho mas tiempo.  Medios de comunicación prepago y serviles como los del grupo Prisa, con su emisora estrella La W; y del grupo RCN, con su también emisora insignia La FM, continuarán dándole micrófono, audiencia y amplificación a todo lo que El y sus secuaces quieran vociferar, no importa que sus mentiras y verborrea con que las adornan, carezcan incluso de la mas mínima y elemental lógica…


Mentiras y verborrea que cumplen tambien el proposito de distraer la atención sobre un aspecto que a nadie parece importarle: el desfalco de las limitadas finanzas de la nación. Las cuentas son sencillas. Si asumimos que, con todo los montajes que hicieron, al menos 20.000, entre delincuentes, indigentes, vendedores ambulantes y desempleados, lograron presentar como paramilitares desmovilizados, el costo total de esta fabricada reinserción es exhorbitante. Veamos:


Total desmovilizados: 20.000
Asistencia mensual por reinserción: $450.000 por desmovilizado
Numero de meses pagados, 2007-2011: 60


Total costos de asistencia por reinserción: 20.000 x 450.000 x 60 = $540.000.000.000


Desfalco patrimonial que equivale a $ 300 millones de dólares...casi el doble del presupuesto que invirtió el Ministerio del Medio Ambiente, Vivienda y Desarrollo durante 2011

sábado, 4 de febrero de 2012

Una sociedad que no distingue entre victimas y victimarios, es una sociedad enferma…..


.…..y con un presidente que premia, elogia, defiende,….a los victimarios y condona sus crímenes, las posibilidades de que esa sociedad recupere el mas mínimo sentido de moralidad y se cure de su enfermedad, son muy remotas…

Conocida la ratificación de la condena a 30 años del ex coronel Plazas y requerimiento al ejercito para que pida perdón a las familiares de las victimas y desaparecidos en el Palacio de Justicia, el presidente Santos en cuestión de horas, no solo salió a cuestionar la decisión judicial, sino a insultar la memoria de las victimas y los sentimientos de sus familiares. Sus declaraciones publicas azuzando al ejercito a desobedecer la orden judicial son mas que repudiables…

“Ponerlo en la picota pública a que pida perdón, más bien nosotros le pedimos perdón al Ejército por no haber sido lo suficientemente enfáticos en la admiración que le tenemos, en el respeto, en la gratitud que sentimos por todos nuestros soldados de tierra, mar y aire fueron las primeras declaraciones de Santos en respuesta a la decisión judicial confirmando la condena del ex coronel Plazas.

El falso patriotismo e idolatría al ejercito colombiano infundido por el gobierno, sus oligarquías y sus medios cómplices, seguramente motiva a que millones de colombianos, entre ingenuos y borregos, visiten su pagina de internet y consuman la propaganda que allí difunden sobre sus supuestas actuaciones en favor de los intereses de la nación y la protección de sus ciudadanos.  En lo que seguramente no se detienen es en leer, y contrastar con la realidad, cual es misión, principios, valores y objetivos que enmarcan su existencia y actuaciones.  Claro que el diseño de la pagina, los innumerables clicks que hay que hacer para descubrir esa sección y la letra menuda con que está escrita, no es que ayuden mucho a publicitar esos valores y principios.

Es importante entonces que empecemos por conocer cual es su misión constitucional y por lo menos algunos de sus valores y principios que rigen su comportamiento, y establezcamos un referente mínimo con ese ejercito al cual, según Santos, toda Colombia le debe rendir  tributos, rodear, pedir perdón…, cuando la justicia o cualquier ciudadano cuestiona o denuncia sus actuaciones criminales.

Su misión:

“El Ejército Nacional conduce operaciones militares orientadas a defender la soberanía, la independencia y la integridad territorial, proteger a la población civil, los recursos privados y estatales, para contribuir a generar un ambiente de paz, seguridad y desarrollo que garantice el orden constitucional de la nación” (resaltado nuestro).

Algunos de sus Principios y Valores:

“Es una obligación el respeto y acatamiento de las normas y preceptos que rigen los Derechos Humanos y el derecho Internacional Humanitario”

Respeto por la constitución y la ley - Acatar y aplicar la Constitución, nuestra misión es defenderla y respetarla.

Respeto - Profunda consideración por todas las personas y su dignidad, los compañeros, los superiores, subalternos, por uno mismo y su familia. 

Honestidad - Actuar con decencia, decoro, compostura, honradez e integridad de acuerdo con nuestra conciencia.

Ahora, si revisamos lo que en realidad ha hecho y sigue haciendo el ejercito y en general las fuerzas armadas de Colombia, nos daremos cuenta que su misión es letra muerta y que ninguno de sus principios y valores son aplicados o respetados en el cumplimiento de sus funciones, mucho menos durante sus operaciones militares.

Hechos que demuestran la violación de la constitución, los derechos humanos y el respeto por la vida de los colombianos abundan. Podríamos remitirnos al inicio de la vida republicana de la nación, pero para concentrarnos en las décadas más recientes, limitémonos a reseñar solo algunos de sus más repudiables crímenes: 
  • Empecemos por los crímenes que precisamente desencadenaron la reacción del presidente Santos y su convocatoria a que el pueblo colombiano "rodee a sus héroes”: las torturas, asesinatos y desapariciones de magistrados, empleados, civiles y miembros del M-19, durante la retoma del Palacio de Justicia;
  • Su sistemática complicidad, suministro de logística y/o participación directa en docenas de masacres como las de El Aro, San José de Apartado, El Salado, La Rochela, Mapiripan, Trujillo, Mapujan……..en las que cayeron brutalmente asesinados miles de colombianos inocentes, incluyendo niños, mujeres, ancianos. La prueba de su participación es que persiguen, amenazan, estigmatizan a cualquier persona o grupo de ciudadanos u organizaciones que se atrevan a denunciar su participación ante organismos internacionales. Si no tuvieran nada que ocultar porque no se defienden en los tribunales y no a través de la intimidación e incluso la eliminación de testigos claves, o el montaje de testigos falsos en contra de los denunciantes…
  • Las desapariciones y ejecuciones extrajudiciales de miles de sindicalistas, periodistas, defensores de derechos humanos, estudiantes, profesores,………….
  • El asesinato de prácticamente todos los miembros  mas representativos y dirigentes de la Unión Patriótica y su eliminación como organización política……
  • Las manipulaciones, presiones ejercidas por parte del ejercito como cuerpo, tendientes a ocultar y desviar las investigaciones por crímenes repudiables como violaciones sexuales de niños y su posterior asesinato por parte de miembros de la institución;
  • Los montajes de carros bombas dentro de sus propias instalaciones para justificar medidas represivas en contra de opositores políticos del régimen narco paramilitar de Uribe;

………………..La lista es interminable…..

Es este record de buen comportamiento, heroicas operaciones y acciones a favor de los colombianos el que Santos se atreve no solo a defender sino a elogiar?


Es este record por el que Santos se atreve a desacatar y desafiar las sentencias judiciales, y peor aun, a insultar, masacrar la memoria de las victimas y los sentimientos y sufrimiento de sus familiares?

Como es posible que una sociedad tolere, acepte, ignore, pase de agache tales repudiables declaraciones y actuaciones por parte de quien se supone fue elegido para garantizar el orden social, moral, político de la nación, y para garantizar la aplicación de justicia y la protección de la vida y honra de sus ciudadanos?

Que respeto por la vida tiene un ser humano que rinde tributo a asesinos, a criminales?

O en términos mas crudos, es acaso el presidente de los colombianos un ser humano?

Acaso Juan Manuel Santos representa realmente el Chucky de la película de terror, con el cual lo identifican cientos de miles de colombianos?

jueves, 2 de febrero de 2012

La nueva era del cartel de Medellín ….La situación de violencia en la era de Pablo Escobar palidece frente la pesadilla que viven la mayoría de colombianos desde el comienzo de la era Uribe


Los crímenes y daños sociales, materiales y económicos causados al país por el narcotraficante Pablo Escobar son juego de niños comparados con los que ha cometido y sigue cometiendo Uribe y su cartel de narco paramilitares.
Es cierto que Pablo Escobar asesinó a cientos de colombianos, no solo agentes del estado sino a cientos de ciudadanos que no tenían nada que ver con sus negocios como narcotraficante, menos con la guerra que le declaró el gobierno. Una guerra en la que participaron no solamente el estado colombiano sino militares, agentes secretos y mercenarios del gobierno de EEUU, en alianza con mafias de otros carteles y con los paramilitares comandados por Carlos Castaño (las AUC), a quienes también les interesaba sacar del negocio al jefe máximo del cartel de Medellín.
La alianza, por supuesto, resulto exitosa. Luego de haber escapado del palacio que tuvo por prisión y que Cesar Gaviria le construyo en Envigado (la famosa catedral), Escobar fue asesinado y con su asesinato le hicieron creer, no solo a los colombianos sino a la comunidad internacional, que el cartel de Medellín había desaparecido.
Nada más distante de la verdad y realidad. Como algunos pocos incrédulos lo advirtieron en su momento, el escalamiento de la guerra contra Pablo Escobar  lo que produjo fue el fortalecimiento de  los carteles que ayudaron en la cacería de Pablo Escobar, del propio cartel de Medellín; y por supuesto, el fortalecimiento de los paramilitares congregados en ese entonces en las AUC. Evidencia de que la guerra no era contra el cartel de Medellín sino contra su jefe máximo  para contrarrestar la vergüenza que estaba viviendo el gobierno de Cesar Gaviria ante el mundo por los acuerdos de sometimiento, la construcción del palacio para su reclusión y su posterior burla con la fuga.
La furia desatada en contra de Escobar tenía también un valor simbólico importante para el gobierno de EEUU, pues con su asesinato el mensaje que pretendían enviarle al mundo era que, en su política de guerra contra las drogas, no había enemigos invencibles. Lo que muy pocos notan es lo selectivos que son al escoger a sus enemigos; bien sea que estos sean capos del narcotráfico o dictadores de países subyugados a sus intereses; a quienes sostienen o protegen hasta cuando ya no les sirven, o hasta cuando su doble moral e hipocresía se vuelve insostenible ante la comunidad internacional.
Los capos del cartel de Cali, por ejemplo, que en alianza con los paramilitares de Castaño, fueron los artífices de la muerte de Pablo Escobar, fueron luego también objeto de persecución y sometidos a la justicia gringa, aunque al final resultaron con penas menores si se comparan con las que les han impuesto a narcotraficantes de rango menor, incluso menores que las que han impuesto a personas capturadas en los aeropuertos con drogas en sus vientres.
El fortalecimiento de las AUC de Castaño, por el contrario, continúo en acenso y con la llegada de Alvaro Uribe a la gobernación de Antioquia, no solo se fortalecieron aun más sino que prácticamente fueron cobijados con una manto de legalidad, bajo la figura de las celebres Convivir. Este podría tomarse como el punto de partida del renacimiento/relanzamiento del cartel de Medellín, esta vez encubierto bajo distintas denominaciones dentro del programa de las Convivir y bajo el liderazgo de quien desde ese momento fuera identificado como su candidato  para ser presidente de la República, el reconocido “estadista” Alvaro Uribe Velez, quien paradójicamente era en ese entonces identificado como el narcotraficante No. 82 en los archivos del Departamento de Defensa de los EEUU.
De hecho, la nominación como futuro candidato presidencial no fue del todo nueva pues el mismo Pablo Escobar, en sus reuniones sociales y ferias caballistas no ahorraba elogios con el hijo aventajado de la familia Uribe Velez. Un muchacho de empuje, con mucho futuro político, son apenas algunas de las palabras elogiosas que dejó sembradas Pablo Escobar en la mente de su pariente Alvaro Uribe Velez . Y no se equivocó!
Lo que siguió al renacimiento o refundación del cartel de Medellín todo el mundo lo conoce o al menos lo ha vivido o padecido. Su jefe máximo se hizo a la presidencia de la Republica, lo re eligieron (y casi que lo re reeligen), se tomaron casi la mitad del congreso (y a muchos congresista no elegidos por ellos, luego los compraron), y parientes cercanos de Pablo Escobar se convirtieron en la mano derecha de su presidente y jefe.
Una vez en la Casa de Nariño sus socios no solo tenían que ser absueltos (o sancionados con penas irrisorias) por los horrendos crímenes que habían cometido sino que sus inmensas fortunas debían ser legalizadas. Pero como no todo es perfecto, presionado por la comunidad internacional, el jefe del cartel en funciones presidenciales se vio obligado a introducir cambios al acuerdo de impunidad negociado de antemano con sus socios (ley de justicia y paz, es el nombre oficial que le dieron a ese contubernio).
Como era de esperar, esos cambios fueron interpretados como un acto de traición por parte de sus socios y es entonces cuando estos empiezan a soltar denuncias que comprometían a hombres de confianza del presidente. Acosado y temeroso de no poder contrarrestar las denuncias en su contra, el narcopresidente optó  por la salida de extraditarlos a los EEUU, decisión que tomó en el transcurso de horas.  Plan B cuasi perfecto: cualquier denuncia que desde las cárceles de EEUU hicieran en su contra seria interpretada como una retaliación por haberlos extraditados.
Hay que agregar sin embargo, que la decisión de extradición tuvo el total respaldo del gobierno de EEUU, al punto que tuvieron que armarles expedientes de narcotráfico en cosa de horas. Todo por supuesto, a un costo muy alto para la soberanía territorial y económica del país. Si antes los gringos tenían enorme influencia en las decisiones políticas, sociales y económicas del gobierno colombiano, con el arrodillamiento al que sometieron a Uribe, se hicieron prácticamente al control absolutos del estado, su soberanía y sus recursos.  
Todo lo anterior para demostrar que los daños que el narco para expresidente Uribe le causó y sigue causando a la nación son infinitamente más grandes que los que sufrió el país durante la guerra contra su pariente y socio Pablo Escobar. Los horrendos crímenes cometidos por Pablo Escobar son una caricatura comparados con los cometidos por el  narcoparauribismo.  Además, en el caso de Uribe, a los crímenes de lesa humanidad, hay que sumarles los daños materiales, sociales, económicos y morales, los cuales, por su carácter ni siquiera han podido ser aun comprendidos en toda su dimensión.
Como ejercicio de memoria solo recordemos algunos de los mas execrables:

  • Mal contados, más de 2000 civiles inocentes asesinados para hacerlos pasar por guerrilleros;
  • Cientos de desaparecidos, entre sindicalistas, profesores, defensores de derechos humanos, líderes comunitarios, periodistas independientes;
  • Millones de humildes campesinos desplazados violentamente de sus poblaciones y veredas de origen, a quienes además les arrebataron millones de hectáreas de tierras; 
  • Cientos de masacres, algunas incluso auspiciadas cuando era gobernador de Antioquia; 
  • Institucionalización de la corrupción, que se materializó con el robo de billones de billones de pesos en prácticamente todas las entidades del estado, a nivel nacional, regional y local; 
  • Entrega de lo que quedaba de soberanía nacional al gobierno de los EEUU; y del patrimonio económico y recursos naturales, a sus corporaciones; en contraprestación por el encubrimiento  a sus actividades como narcotraficante del cartel de Medellín;
  •  Agente desestabilizador de America Latina y creador de hostilidades en contra de gobiernos vecinos que se distanciaron del régimen gringo;
Pero lo peor de todo es que todo lo anterior (y lo que falta por reseñar) ni siquiera podemos recordarlo como cosa de un funesto pasado. El jefe del cartel de Medellín sigue más vigente que nunca. Dejó en la presidencia a uno de sus ministros, en el congreso y en altos cargos de la nueva administración a muchos otros de sus secuaces; y para aumentar la tragedia, no para de insultar a los colombianos y a la justicia, interviniendo abiertamente en procesos judiciales en contra de secuaces que lo acompañaron en su narcogobierno....

Buscar en este blog