martes, 8 de mayo de 2012

Trabajo periodístico de Romeo Langlois: develación del seudoperiodismo prepago colombiano

Tienen que ocurrir hechos que llamen la atención de la prensa internacional para que la gran mayoría de colombianos se enteren de que en Colombia hay un conflicto interno y que como consecuencia de ello, la mayoría de su población sufre las consecuencias de una guerra que se ha prolongado por más de medio siglo.

El reciente hecho derivado precisamente de este conflicto es la retención por parte de las FARC, del periodista francés Romeo Langlois. Y como se trata de un periodista extranjero que cubría lo que a los pocos periodistas colombianos (honestos y competentes) no les está permitido cubrir, el hecho se convierte en una oportunidad para, en retrospectiva, presente y futuro, hacer un análisis sobre el nivel, rigurosidad, profundidad e imparcialidad con que este conflicto ha sido tratado por la prensa colombiana.

Al respecto, lo primero que sale a flote es que si no fuera por reporteros independientes como Romeo Langlois, la gran mayoría de acciones y consecuencias de la guerra que se libra en Colombia no pasarían de ser simples “actos terroristas” cometidos por una sola de las partes en conflicto.

Y así se percibe porque el periodismo colombiano se ha reducido a básicamente dos categorías: los que no cubren el conflicto, y los que lo “encubren”.

Los primeros, aunque contados, no lo cubren pero no porque no lo quieran hacer, sino porque si lo hacen (de hecho algunos lo han hecho) son objeto de amenazas, estigmatizaciones, de campañas de descredito, y hasta de atentados contra su vida. La cifra de periodistas colombianos asesinados, coincidencialmente luego de recibir amenazas y falsas acusaciones de ser voceros de la guerrilla, alcanza la cifra escandalosa de 20 en la ultima década. A estas ejecuciones extrajudiciales por parte del estado colombiano se suman las decenas de periodistas que han tenido que huir del país escapando las persecuciones y amenazas de muerte, no solo contra ellos sino contra sus familias.

La segunda categoría, los mal llamados periodistas que “encubren” el conflicto, son los aliados, cómplices y sirvientes del gobierno de turno, y que trabajan para grupos empresariales nacionales o extranjeros propietarios de los grandes medios de comunicación y de muchos otros negocios; y que por lo mismo no son más que cajas de resonancia de la propaganda y desinformación que genera el régimen. Y esto tiene lógica, pues es precisamente la negación, el ocultamiento, la minimización o la distorsión del conflicto interno lo que les permite perpetuarlo, con todos los beneficios económicos y políticos que ello conlleva: mantener un gobierno represivo y en permanente estado de guerra contra la población, lo que a su vez les permite mantener e introducir políticas económicas que se traducen en billonarias ganancias para un grupo minúsculo de corruptos colombianos conformado por quienes hacen parte del gobierno y las elites políticas/empresariales que lo eligen y sostienen; y obviamente, para gobiernos extranjeros y sus multinacionales que son las que alimentan el circulo vicioso de la violencia, el saqueo y la corrupción que carcome a toda la nación.

No es sino develar quienes están detrás de algunos de los medios prepagados que la gran mayoría de colombianos escucha, lee o sigue por televisión todos los días:
  • RCN de propiedad del grupo Ardila Lule quienes también son dueños de grandes conglomerados industriales como ingenieros azucareros, plantas de biocombustible, agroindustrias, embotelladoras de gaseosas, empresas textiles, y hasta de equipo de fútbol.  
  • La W Radio y Caracol Radio de propiedad del grupo Prisa, uno de los conglomerados de medios mas poderosos de España y como tal con inmenso poder de influencia en los gobiernos de España y Colombia.
  • El Tiempo, que siempre ha estado en manos de la oligarquía mas rancia del país, la familia del presidente Santos, y que recientemente ha pasado a manos del cacao más poderoso del país, Luis Carlos Sarmiento Angulo, quien es también el contratista más grande del estado, el mayor especulador/usurero del sistema financiero y un gran beneficiario del lavado de dinero del narcotráfico.
  • El Espectador y Caracol TV, de propiedad del Grupo Santo Domingo, ex propietario de la empresas Bavaria y Avianca, quienes además de las inmensas ganancias obtenidas por la venta de estas empresas, especialmente de Bavaria, vieron incrementar exponencialmente sus riquezas (de la noche a la mañana) mediante la exención de billones de pesos que debían pagar como impuestos con ocasión de la venta, pero que se los robaron gracias a artimañas financieras y tributarias que, en contubernio con el gobierno de entonces, les permitió cerrar el millonario negocio como si fuese una fusión empresarial. Hoy el nombre de este ladrón de cuello blanco es venerado como si hubiese sido el mayor benefactor del país, solo porque ha construido un par de escuelas.
Tal vez estos pocos ejemplos les permita desechar la basura que los medios prepago nacionales y sus similares internacionales les inculcan todos los días; y sobre todo entender porque Colombia ocupa el puesto 143 en el ultimo índice de libertad de prensa    

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