domingo, 22 de febrero de 2015

Lo que no se dice sobre la designación del enviado especial gringo a la mesa de negociaciones de La Habana…

La percepción y sentimiento que se vive por estos días en Colombia es que esta vez la paz no tiene reversa.  El acontecimiento mas reciente que ha contribuido a ese incremento de optimismo es la designación de un “enviado especial” que representará al gobierno de EEUU en la mesa de conversaciones de La Habana.

Anticipándose a las pocas voces criticas que surgirán sobre la injerencia gringa en las negociaciones de paz, el establecimiento colombiano no se demoró en salir a justificar la designación del enviado especial argumentando que hay puntos de la agenda, como el narcotráfico y la extradición, que no se pueden resolver sin la participación del gobierno de EEUU.

Cierto, los dos problemas están ligados a la política internacional del gobierno de EEUU. De hecho, el narcotráfico y la extradición han sido pilares fundamentales de la política de sometimiento y dominación que ha usado por décadas el gobierno gringo con el gobierno colombiano. Pero no es esa política de dominación la que Santos considera importante discutir con el gobierno de EEUU en el marco de las negociaciones con las FARC.  No, Santos ha sido reiterativo en afirmar que ninguna política de injerencia extranjera, al igual que cambios en el modelo económico, sistema político, militarización, están ni remotamente considerados como temas de discusión en el proceso de paz en curso.

A lo que Santos se refiere es a que el estado colombiano necesita la anuencia del gobierno gringo para no extraditar a los jefes guerrilleros, como una concesión mas para garantizar la firma de un acuerdo de paz. Lo que no se menciona es que esos procesos de extradición han sido fabricados sobre la base de que las FARC son el cartel mas grande del mundo.  De ahí que todo lo que rodea la designación del enviado especial no es mas que una farsa. Veamos porque:     

Primero, el mercado global del narcotráfico no se va a resolver  en una mesa de negociaciones en la que solo un actor; mas exactamente, un pequeño eslabón de la cadena del narcotráfico esta sentado. Un actor que incluso ni siquiera tiene realmente la importancia que los gobiernos gringo y colombiano le han dado, pues como ya se señalo antes, la sindicación de que las FARC son el cartel mas grande del mundo, no es mas que un burdo montaje para justificar el recrudecimiento de la guerra y el desvió de los millones de dólares aprobados por el congreso de los EEUU (como parte del Plan Colombia para la lucha contra el narcotráfico) hacia una guerra abierta y directa en contra las guerrillas, a la cual en la ultima década le han asignado convenientemente el nombre de guerra contra el narcoterrorismo.   

Hay que anotar que el objetico principal no es la guerra directa contra los “narcoterroristas” de la guerrilla, mucho menos su eliminación. El objetivo ultimo de esa  supuesta guerra contra el narcoterrorismo es el pueblo colombiano, mas específicamente, cualquier expresión popular de oposición, disentimiento, desafío intelectual, movilización social que amenace o impida que sus multinacionales (y las de sus países aliados) tomen posesión, usufructúen y depreden los territorios nacionales ricos en recursos naturales, minerales y/o energéticos.

Segundo, la extradición es un mecanismo de cooperación judicial en el que intervienen soberanamente dos partes, el gobierno que solicita la extradición por delitos cometidos dentro de su territorio, y el gobierno recipiente de la solicitud, el cual la analiza jurídica y soberanamente, y toma la decisión autónoma de autorizar  o no la extradición. Si el gobierno colombiano fuera independiente, soberano y autónomo para tomar sus decisiones judiciales, los pedidos de extradición de guerrilleros de las FARC por parte del gobierno gringo podrían ser negados de tajo simplemente desestimando las endebles y burdas evidencias de que las FARC son el mayor cartel del mundo. Pero aun si no quiere cuestionar ese montaje, el gobierno colombiano podría simplemente negar su extradición con el argumento de que un acuerdo de paz con las FARC y como consecuencia, la culminación de un conflicto interno que ha afectado al país por mas de 50 anos, está por encima de cualquier interés de gobierno extranjero. De hecho, es impensable que las FARC acepten firmar un acuerdo de paz y mucho menos entregar las armas si lo que les espera a sus lideres es la extradición a los EEUU, peor aun por delitos que han sido fabricados.

Lo anterior solo para demostrar que el discurso que trata de vender el gobierno de Santos, difícilmente podrá esconder la magnitud de la injerencia del gobierno de los EEUU en el país, y sus repercusiones en el presente y futuro de los colombianos. Nadie que mantenga al menos un ojo abierto podrá ignorar el hecho de que el gobierno gringo ejerce prácticamente el control absoluto de todos los poderes gubernamentales, judiciales, legislativos, militares; e incluso ver como sus tentáculos alcanzan hasta los mas importantes sectores empresariales y financieros del país.

La noticia del enviado especial a La Habana no es mas que otra treta para distraer y engañar a la opinión publica, presentándola como una manifestación de apoyo al proceso de paz por parte de Obama.

Para enterarse de lo que ocurre en el proceso de paz, los gringos no necesitan enviar a un representante a La Habana para que allí los delegados del gobierno colombiano le cuenten como avanzan las negociaciones. El gobierno de EEUU es informado continuamente de los mas mínimos detalles del proceso y de todos los temas que se discuten con las FARC, y al interior del país con las mafias políticas y empresariales. De hecho, es el gobierno gringo el que establece las directrices y limites de lo que es y no es negociable. De ahí que cualquier proceso de negociación política del conflicto debe pasar por la aprobación del gobierno de EEUU.

Frente a esta realidad, si como un acto de contrición el gobierno de EEUU quisiera realmente contribuir a la paz de Colombia, por lo que tendrían que empezar es por cancelar toda la ayuda financiera que otorgan a las fuerzas militares, suspender toda la cooperación en entrenamiento, suministro de armamento, bombas y tecnología, y sacar del país a los miles de militares, mercenarios y agentes encubiertos que tienen regados por todas las bases militares y ciudades, quienes son los que diseñan y dirigen todos los operativos del terrorismo de estado que se acomete en contra de la inmensa mayoría de la población civil.

Adicionalmente, si realmente quieren eliminar un eslabón importante de la cadena del mercado de estupefacientes, a quienes deben desmantelar es a los carteles de paramilitares que son los que, en asocio con los carteles mejicanos, controlan todo el mercado de cocaína que entra a los EEUU. Pero claro, a estos carteles no los tocan,  porque al igual que ocurre con los dictadores, para los gringos también existen carteles buenos (aliados) y carteles malos (enemigos de conveniencia para justificar sus guerras).    

La delegación de las FARC ha expresado su beneplácito a la designación del enviado especial gringo. Asumimos que será por que ellos si tienen plena claridad de que el único interlocutor valido y con poder de decisión para negociar la finalización del conflicto interno colombiano es el gobierno de EEUU, NO por las razones que intenta venderles el gobierno de Santos.


Si el gobierno de Obama realmente quisiera demostrar que apoya una solución negociada del conflicto interno colombiano, el primer gesto que debería hacer es designar (liberar) como “enviado especial” a Simón Trinidad, comandante de las FARC condenado por narcotráfico, en lugar de enviar a un halcón propio.

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