domingo, 16 de julio de 2017

Es posible rehabilitar socialmente a Uribe y/o restaurar la racionalidad de los millones de zombis colombianos que lo veneran, sanar sus mentes, corazones?

Hannah Arendt es una reconocida filósofa y escritora Judía nacida en Alemania que logró escapar del nazismo y se refugió en Estados Unidos. Desde entonces Arendt pasó la mayor parte de su vida estudiando la relación entre el individuo y la vida política. Arendt afirmaba que la libertad esta ligada tanto con la esfera privada -la vida contemplativa -como a la esfera pública y política -la vida activa. Para ella "la libertad, más que la capacidad humana de actuar espontánea y creativamente en público, estaba relacionada con la capacidad de pensar y cuestionarse a si mismo en un espacio privado, en el que la soledad empodera al individuo para contemplar sus acciones y desarrollar su conciencia, a escapar del bullicio de la multitud -hasta finalmente oír su propio acto de pensar."

En 1961 el New York Times le encomendó a Hannah Arendt el trabajo de cubrir y analizar el juicio al criminal Adolf Eichmann, un oficial del servicio secreto Nazi que ayudó a orquestar el Holocausto. Hannah tenía mucho interés en saber cómo un ser humano podía perpetrar tales monstruosidades.

Pero en el caso de Uribe, un juicio penal/criminal que concluya con una condena ejemplar y que motive su arrepentimiento y transformación es prácticamente imposible, al menos en Colombia. Tampoco es probable que aparezca una persona como Arendt que se arriesgue a asumir la responsabilidad de analizar sus acciones criminales y correlacionarlas con su personalidad y su actividad política. Así qué solamente eventos de choque trágicos como una tragedia familiar, o una enfermedad incurable con inmenso sufrimiento tal vez empujen a que Uribe recupere su conciencia.

Hannah Arendt llegó a la siguiente conclusión: "una persona que no ha conocido o practicado el debate silencioso interno (en el cual los seres humanos examinamos lo que decimos y lo que hacemos) no le importa contradecirse a si mismo, lo cual significa que esa persona nunca tiene ni la capacidad ni la voluntad de asumir responsabilidad por lo dice o hace; y tampoco le importa cometer cualquier crimen, ya que da por descontado que todo lo que haga será olvidado en el minuto siguiente."

Hannah ni siquiera encontró señales de que Eichmann tuviera convicciones ideológicas sólidas. Atribuyó su inmoralidad -incluso su disposición para cometer crímenes - a su incapacidad de pensar (a su estado de inconsciencia). Según Arendt, fue la incapacidad de detenerse y pensar lo que condujo a Eichmann a planear y participar en la ejecución de las masacres del Holocausto.

En desarrollo de esa misión, Hannah tuvo oportunidad de analizar en detalle la personalidad de Eichmann y lo primero que detectó fue su carencia de imaginación y su consumada convencionalidad. Arendt argumentaba que si bien las acciones de Eichmann fueron monstruosas, él en si mismo -en su esencia como persona - era muy ordinario, común y corriente, no un demonio ni un monstruo.

Para la escritora Arendt, Eichmann había desdeñado volver a casa a encontrarse consigo mismo, a su estado de soledad. Había desechado la vida contemplativa, y por lo tanto ignorado la necesidad de emprender ese proceso esencial de auto cuestionamiento y auto respuesta que le habría permitido examinar y reflexionar sobre el sentido de las cosas, distinguir entre la realidad y la ficción, la verdad y la mentira, el bien y el mal.

Se preguntarán qué tienen que ver las investigaciones de Arendt y el juicio del criminal nazi Eichmann con Alvaro Uribe. Mucho, tanto Eichmann como Uribe han cometido crímenes de lesa humanidad; pero al igual que Eichmann, y cualquier otro criminal, Uribe en lo profundo de su ser, en su esencia como ser humano, tiene bondad, sensibilidad humana y capacidad de reflexionar sobre sus actividades criminales. Si no lo hace por si mismo, sacudido por eventos de choque que impacten directamente y significativamente su vida, podría incluso recuperar su capacidad de arrepentimiento, de auto cuestionamiento, y pedir perdón, reparar a sus víctimas.

Lo de la bondad innata, subyacente en lo profundo del ser humano, no es un asunto que solamente Arendt lo haya estudiado; de hecho, las ciencia de la neurociencia y la psiquiatría en general lo han estudiado y demostrado desde el siglo XIX. Incluso los filósofos estoicos desde antes de la era cristiana lo planteaban en sus escritos y meditaciones.

En el caso de Eichmann y de la mayoría de criminales nazis, los eventos de choque que en la mayoría de ellos produjo su arrepentimiento y transformación personal fueron los juicios penales y sus condenas, incluida la condena social.

No obstante, eventos como estos son impredecibles, y ni siquiera a un criminal como Uribe se le pueden desear que los sufra. Así que su resocialización y transformación como ser humano sólo podría ocurrir mediante una condena social y política nacional, que lo haga sentir solo, aislado, rechazado, sin el poder político y de manipulación con que ahora cuenta.

Pero para que esa condena social ocurra habría que trabajar primero en la recuperación de la sanidad mental y capacidad de pensar/reflexionar de los millones de fanáticos que lo veneran, cuya conciencia está tan degradada que piensan, hablan y actúan como si fueran clones del mismo Uribe. La mayoría de esos fanáticos son gente humilde que viven en un estado permanente de inseguridad y miedo, y como tal, son presas fáciles de engaño y manipulación, y están siempre a la espera de un salvador que los saque de sus miserias.

Dentro de esa gran masa de fanáticos hay también consumados criminales por supuesto, pero con Uribe relegado socialmente y sin poder político, también los rufianes de su círculo inmediato lo abandonarán. La inmensa mayoría de sus seguidores son personas que han sido engañadas, seres confundidos, pero no criminales, y es a ellos a quienes hay que despertar y ayudarles a recuperar su estado innato de benevolencia y racionalidad. Sólo esa reconversión y transformación de las masas populares permitirá quitarle la base social y política a Uribe. Sería como "quitarle el agua al pez", como el propio Uribe decia cuando trataba de justificar el asesinato de civiles inocentes, refiriendose a que eran militantes o auxiliadores de la guerrilla.

Hannah Arendt afirmaba que los seres humanos no son monstruos consumados, asi no piensen, ni se cuestionan sobre lo que dicen y hacen. Lo que el juicio y el análisis de la personalidad del criminal Nazi Eichmann le permitió concluir a Arendt es que "la sociedad sólo podía funcionar libre y democráticamente si está compuesta de individuos comprometidos en la actividad de pensar -una actividad que requiere de la soledad."

Un reto inmenso, tratándose de recuperar la conciencia de esa gran masa de colombianos, conciencia que ha sido secuestrada por medios masivos corporativos como RCN, Caracol, El Tiempo, los medios del Grupo Prisa.....y que no cesan en su empeño de mantener a las masas en ese estado de zombismo.

Como consecuencia de la manipulación de la realidad y poder de alienación de esos medios, la gran mayoría de los colombianos han perdido (o nunca han descubierto y practicado) su capacidad de estar a solas consigo mismos, y en consecuencia han perdido la capacidad elemental de pensar. Están totalmente guiados por los pensamientos y realidades transmitidas a través de esos medios, actúan según lo que sus falsos líderes dicen, hacen y creen; y así, en la conformidad que se deriva de vivir en una jaula de inconsciencia, son incapaces de distinguir entre el bien y el mal, la belleza y la fealdad; y en particular, tratándose de las acciones criminales y mezquinas de Uribe, son incapaces de distinguir entre la verdad y sus mentiras; la paz y su violencia, el respeto por el ser humano y su denigración de la condición humana; entre el amor y su odio; el perdón y su sed venganza; entre justicia social y su codicia; la honestidad y sus prácticas corruptas; entre la justicia y su impunidad.

En conclusión, Uribe parecer no tener cura; de hecho, su comportamiento y acciones son típicas de un psicópata. La única esperanza es que sus fanáticos seguidores despierten de su zombismo, recuperen su conciencia, su racionalidad y curen sus mentes a través de la práctica de la soledad, y de utilizar el cerebro para pensar por sí mismos, cuestionar sus actos y omisiones (o como mínimo, escuchar al cura de la caricatura anexa al final). Práctica de la soledad que debe ser entendida no únicamente como un estado mental esencial para el desarrollo de la conciencia de los individuos, sino también como una práctica que lo prepara a uno para participar sana, positiva y proactivamente en la vida social y política; y en la coyuntura actual, en la transformación de nuestro país.

Como lo reitera Hannah Arendt: "antes de querer mantenernos en compañía con otros, debemos primero aprender a mantenernos en compañía con nosotros mismos."






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